Cuando se teletrabaja, con estrés e incertidumbre, la comunicación se vuelve una herramienta fundamental. La calidad de la comunicación toma mayor importancia, y se convierte en una herramienta al cuidado del trabajador, que posibilitará el sostén del clima y la cultura organizacional. No hay precedentes de una crisis como esta, por lo tanto, la figura de RR. HH. es la que debe ser agente de cambio y oficiar como guía para el resto de la organización.
Hoy por hoy, cuidar al otro es alejarnos físicamente, pero esto no implica una distancia emocional. Es necesario solventar la pérdida del contacto humano, desarrollando la comunicación interpersonal por encima de la institucional. Los líderes deberán ser más comunicadores, entusiastas, fomentar retroalimentación positiva, saber elegir cuándo es conveniente la comunicación escrita y cuándo es mejor conversar. Mantener el sentido de equipo es un desafío. Los medios digitales nos permiten acercarnos y es importante hacer uso de ellos, pero tendremos que estar atentos a no abusar de la interacción digital escrita. En ocasiones es bueno conversar telefónicamente o verse (con una videollamada).
Es un tiempo en el que las organizaciones deberán buscar en su equipo a aquellos referentes que demuestren inteligencia emocional para apoyarse en ellos como comunicadores. Ser emocionalmente inteligente es tener un profundo entendimiento de nuestras emociones, fortalezas, debilidades, necesidades e impulsos. El líder debe gestionar la comunicación y el desempeño, y en este sentido debe hacer tres cosas: dar certidumbre, autonomía y cultivar buenas relaciones. Es importante que cada jefe tenga una comunicación diaria con sus colaboradores para minimizar la pérdida de lo presencial, y que primero tenga un diálogo empático, y luego organice y ordene las tareas.
Estamos construyendo una nueva cultura organizacional. Hacer foco en crear una cultura positiva es una tarea de todos en la empresa. Es clave crear un ambiente de trabajo psicológicamente seguro, que aborde lo emocional y promueva una fuerza de trabajo resistente y resiliente. En momentos en los que todos están temiendo la continuidad de su trabajo o de la empresa, es fundamental que se reconozca el valor que cada persona suma desde su rol a la organización.
Recursos Humanos tiene que aprender a vivir en la pandemia y a reconfigurar su forma de ser, readaptando sus roles, reconstruyendo la organización, examinando la potencialidad de cada persona y evaluando cómo se la puede exponer de la mejor manera. No todos somos buenos capitanes ni buenos jugadores. No todos funcionamos de la misma manera bajo presión; algunos se potenciarán y a otros habrá que acompañarlos. En definitiva, el talento sin organización no es nada.
Es esperable que todas las empresas estén enfocadas en su supervivencia a esta crisis, pero es probable que aquellas empresas que solo se focalicen en lo económico no perduren mucho tiempo, ya que después de la pandemia las personas serán más sensibles respecto a la empresa de la que forman parte, porque la pandemia ha dejado su verdadera cultura organizacional al descubierto.