La única vez que había agarrado una bocha de rugby en algo parecido a un partido, fue una tarde de gym, en tercero de Junior School. Fue esa y nada más que esa, la experiencia propia que tuve con el rugby hasta este año. El porqué de esa situación no se debía a que nunca hubiese tenido deseos- créanme cuando les digo que siempre soñé con poder entrar a jugar un partido – sino debido a un problema de cadera. Crecí viendo a mis amigos jugar ese deporte y hablar maravillados de las sensaciones que les brindaba.
Disfruté viendo jugar al Prachu y a su generación, envidiando a cada segundo la oportunidad que se me había negado desde siempre. Pero este año tomé una decisión. Iba a dejar de lado el problema de cadera. E iba a ir a practicar en Old Boys. Quien me impulsó mayormente a empezar y me llevó practicar por primera vez fue José Viana.
Los nervios eran imponentes, me presentaron al grupo, y de golpe empezó todo. Empezaron las pasadas con tijeras en las puntas…y zas! La primer cagada, la falsa tijera y zas!, la otra!…y sumado a eso, la falta de aire para correr.