Allí un día me cruce a Eduardo “Coco” Oderigo. Él iba a enseñar rugby y yo a visitar presos que tenían familia en la Cava. Me invitó a ir los martes y jueves a hacer rugby con Los Espartanos, recién empezaban y necesitaban ayudantes.
¿Nos podes contar brevemente la historia de Los Espartanos?
Coco es abogado penalista. Fue a ver un cliente a la cárcel y quedo impresionado con la cantidad de jóvenes que había haciendo nada. Pensó que eso era un desperdicio de vida. Pidió una audiencia con el director de la cárcel y le propuso enseñar rugby a los presos. La respuesta fue tajante “De ningún manera. Es un deporte violento, practicado por gente violenta, va a ser un desastre”. Coco le respondió “Es todo lo contrario, el rugby es un deporte de bestias practicado por caballeros, con un montón de valores”. El director del penal le hizo firmar un documento de responsabilidad y le hizo saber que en lo único que lo podía ayudar era en llevarlo al patio y que él le explique a los internos cual era la idea. Y eso hizo Coco, con tan mala suerte que en el momento que entra al patio, se arma una pelea entre bandas con facas, y Coco con la pelota de rugby en la mano, primero mirando y después corriendo para el lado del alambrado, no sabía dónde meterse. Hasta que aparecieron los guardias y disolvieron el motín. Y Coco se fue, con la pelotita de rugby y nada… Fue nuevamente a pedir otra oportunidad ¡y el director de la cárcel se la dio! Entró Coco mientras los internos jugaban al futbol, les dijo “Hola, yo vengo con esta pelotita que es de rugby y les vengo a enseñar un deporte nuevo, que es divertido”. Y así empezó.
Yo me sume al segundo año, en 2012. Empezamos a jugar en una cancha que era de tierra y piedritas, un rallador de carne humana. Y ahí le dábamos. Lo primero importante fue un partido contra una universidad de Estados Unidos, dentro del penal. Ganamos y uno de los yanquis salió en silla de ruedas. Después, un equipo de Inglaterra, también les ganamos. Obviamente para nosotros el rugby se juega en una cancha de tierra y piedras, o sea, para nosotros era común, pero para los visitantes no…jajaja. Y empezamos a tomar vuelo. Vinieron los All Blacks a jugar al penal, así se fueron dando las cosas. Después de la cárcel nos juntábamos en el SIC para comer algo, evaluar lo que había pasado y planificar y un día, uno dijo “Hagamos una gira a Sudáfrica con los Espartanos que están en libertad”, como una broma. Pero insistió y se empezó a armar. Cuando Coco vio que la cosa venía en serio, nos agarró “Paren. Si vamos a hacer una gira, vamos a Italia a ver al Papa que es argentino, jugamos allí al rugby. Vamos a asegurarnos de que la gira sea un valor, no solo chacota.” Yo soy amigo del padre Pepe que es un cura que trabaja en las villas y Coco me pidió para ir a verlo, para consultarle qué le parecía esto de la gira con la gente que salía de la prisión, si realmente tenía sentido hacerla. “Obvio que sí, pero espera” fue la respuesta de Pepe, “yo tengo un reportero del observatorio romano que el Papa envió a vivir aquí a la villa conmigo, le voy a decir que les haga una nota”. Cuando el Papa leyó la nota, pidió que cambiemos la fecha y el itinerario de la gira, para ir a verlo. Y así fue. Jugamos un partido en una cárcel en Turín, que fue espectacular. Fue la primera vez que veíamos una cancha de rugby de verdad. Césped sintético, tribunas, como era una cárcel de hombres y mujeres ¡tenían porristas! Una cosa increíble.
¿Cómo llegas a Fénix?
Yo estoy conectado con el club Lobos en Punta del Este porque conozco al Chelo Calandra, el presidente. Lo recibí cuando empezó a jugar al rugby, en el CUPRA y así lo conocí. Obviamente cuando llegué a Punta del Este lo llamé y me comentó que estaba con esta movida de rugby en el penal de Las Rosas, con Gonzalo Camardón. Lo llamé a Gonzalo y fuimos al penal. Así empezó y de alguna manera Fénix es la continuidad de Espartanos, en otro penal y en otro país, pero la filosofía es la misma: gente presa que quiere una segunda oportunidad y a través del rugby la encuentran. Nosotros conocemos adentro, el rugby es una herramienta para que cuando salgan tengan otra oportunidad realmente.
¿Cómo trabajan el día después? Cuando salen del penal.
Vamos a aclarar una cosa. De la población carcelaria, de cada 100 personas que están privadas de su libertad, se comprometen a intentar vivir, para tener una segunda oportunidad, 10. Personas que desde lo más profundo de su corazón, quieren cambiar de vida. No saben cómo y ven en nosotros la oportunidad de cambiar códigos carcelarios por valores humanos, una oportunidad que de verdad quieren tomar. Y eso es lo que pasa con nuestros jugadores de rugby tanto en Argentina como aquí en Uruguay. Respetamos el pensamiento de aquellos que no quieren, esto es libre. Es para el que quiere una segunda oportunidad en su vida. Y los que la toman se comprometen, ellos quieren. Ese es el verdadero valor: ellos mismo, quieren…y nosotros, obviamente, como en cualquier club de rugby les ofrecemos camaradería, solidaridad, respeto, igualdad, sos importante, somos un equipo, somos rugby, simplemente, no importa la edad, somos rugby.
«Los entrenadores trabajan los temas de compañerismo, amistad y siempre nos presentan proyectos nuevos de trabajo. Nos muestran esa segunda oportunidad y nos ayudan a conseguirla»
Maicol
¿Cómo ves esta historia de acá para adelante? ¿Sos optimista?
En el caso puntual del Uruguay, hay que desmitificar al espantoso delincuente y asesino, tenemos que sacarle el rótulo que dice delincuente y entender que pueden ser personas que merecen una segunda oportunidad, tratarlo de igual a igual. Eso es lo que tenemos que cambiar en la sociedad, a través de hechos concretos, no tanta teoría. Nosotros con este proyecto ya tenemos varios “Fenix” en libertad con quienes estamos en contacto. Formamos una cooperativa de limpiavidrios y estuvimos limpiando en el shopping de Punta del Este, obviamente la cooperativa es un deseo de palabra, y una excusa para juntarnos. Nosotros somos los responsables de escribir nuestra historia. No hace falta curriculum de nada, solamente el deseo y la actitud de vivir con responsabilidad esta segunda oportunidad. Es lo que estamos haciendo y funciona. Creo que esta es la única manera eficaz para resolver un problema que nos aqueja, que es la seguridad.
Este es el trabajo verdadero, brindar tu tiempo para una persona que quiere una segunda oportunidad. Eso, en el ambiente de ellos se transmite. Los otros, desconfiados, miran y ven que funciona y eso contagia. Esto es así, aquí y en Argentina. Allá estamos “a full” y acá estamos empezando. Creo que venimos bien.
¿Existen muchos “Charlies” trabajando en este tema? Porque se necesitan muchos para lograr un cambio.
Hay muchas personas con buena voluntad que es muy importante, están dispuesta a donar su tiempo. Otras personas que no pueden donar su tiempo, donan bienes económicos, que son necesarios también. Formamos un equipo, unos sin los otros no podemos funcionar, es como un equipo de rugby: Hay lugar para todos. Además de la limpieza de vidrios, estamos con un proyecto para fabricar jabón y shampoo orgánico. En fin, le estamos buscando la vuelta.
¿Si soy de los que no pueden donar tiempo pero sí dinero, cómo hago?
Es muy simple, pueden llamar a cualquiera de nosotros, Juan Manuel Bado, Gonzalo Mieres o a mí y decirnos “mirá, quiero sumarme a tu proyecto”.